La palabra aislamiento es usada en áreas de la salud para limitar el contacto de una persona enferma, la mayoría de las veces por patologías contagiosas, otras por razones médicas particulares, hace algunos meses esa palabra fue utilizada en la época de las medidas por la pandemia por el archiconocido “Coronavirus”.

    En otras palabras “mantenerse alejado de otras personas”.  Esta acción si bien necesaria para la prevención y evitar la propagación del virus, realizó un cambio en el día a día de los habitantes de este planeta, algunos se afectaron por dicho aislamiento presentando cambios emocionales importantes: 

• Depresión.
• Ansiedad.
• Alteración del ciclo alimenticio.
• Alteración del sueño.
• Falta de concentración… 

 Y, otros tantos se reinventaron usando los electrónicos y haciéndolos participes de casi todas las actividades diarias, resultando un recurso invaluable sin duda alguna, sin embargo, por otra parte el uso ha aumentado sustancialmente y estamos claros que existe una dependencia casi patológica o patológica  observada  en todas las edades.

  Pues evidentemente ha resultado ese abuso en adicción, con muchas características de las adicciones conocidas y alteración de la comunicación y de la socialización en todas las edades.                   

 Se constituyó una visión diferente de los sitios de trabajos conocidos hasta entonces permitiendo un cambio marcado de la ubicación de los mismos, pasando las oficinas a un segundo plano y trabajando desde cualquier lugar.

 No obstante el acercamiento a los dispositivos electrónicos se ha venido acrecentando exponencialmente iniciándose una era de adicción a los dispositivos electrónicos limitando otras actividades como por ejemplo, la ejercitación física, el deporte, etc. Llevando a la mayoría de los usuarios a una inactividad física marcada, y con ello sobrepeso, alteraciones emocionales, problemas con el ciclo del sueño…